Aunque la publicación de artículos científicos en revistas internacionales puede parecer muy difícil, es una actividad esencial para impulsar la carrera de un investigador, tanto institucional como económicamente. Este artículo presenta algunas reflexiones al respecto.
La decisión de convertirse en investigador proviene de una especial capacidad de asombro que permanece casi intacta desde la infancia. Tomamos el rumbo de la ciencia porque tenemos una profunda necesidad de conocer y de saber. Así que emprendemos con decisión el rumbo y continuamos experimentando esa íntima satisfacción que acompaña cada descubrimiento, una sensación que se va intensificando a medida que cada pequeña pieza de la realidad toma su lugar entre las demás y va contribuyendo a formar una imagen más completa del mundo. El comprobar que esa imagen es a su vez parte de otra imagen más grande, y tal vez infinita, no hace más que aumentar nuestra admiración. Sin duda, la profesión del científico es una de las más privilegiadas y enriquecedoras.
Sin embargo, al asumir el rol social del científico, inevitablemente articulado en el tejido institucional y económico, comenzamos a hacer otros descubrimientos menos prodigiosos. Nos encontramos con que para poder hacer ciencia es necesario invertir una sorprendente cantidad de energía en actividades ajenas a la investigación per se. Además de la engorrosa parte administrativa, se debe cumplir con tareas docentes, asesorar a estudiantes de posgrado y licenciatura, asistir a congresos y otros eventos científicos, etc. Y desde luego, además de ser científicos nos enfrentamos con el reino de la necesidad: tenemos el derecho de ofrecer a nuestras familias una vida digna con las ventajas y comodidades que el dinero puede comprar, y en términos prácticos esto significa “entrarle” y llenarse de trabajo.
Así, la actividad propiamente de investigación se ve limitada por una serie de actividades adicionales que reducen el tiempo y la energía disponibles para la búsqueda de la verdad científica que nos condujo por este camino en primer lugar.
Así, la actividad propiamente de investigación se ve limitada por una serie de actividades adicionales que reducen el tiempo y la energía disponibles para la búsqueda de la verdad científica que nos condujo por este camino en primer lugar.
La publicación en revistas científicas en inglés (academic journals)
Una parte fundamental de la actividad del investigador es compartir los resultados de su trabajo con la comunidad científica; poco se puede ya insistir en la importancia que tiene esta actividad para impulsar su carrera. Bajo el supuesto de que constituye la meta final de la actividad académica, la publicación representa un elemento crucial para determinar el estatus y la productividad de un investigador ante las autoridades académicas y sus pares, y también para determinar quién recibe financiamiento para desarrollar su línea de investigación. De acuerdo con Gómez y Cols., “el que sabe publica, y el que duda, mejor lo platica” (2014).
De los diferentes espacios para difundir el conocimiento entre la comunidad científica, las revistas arbitradas destacan como el medio de comunicación por excelencia, el sitio donde los investigadores negocian entre sí los significados en términos de quién sabe más y quién tiene más autoridad; es una actividad que determina la adquisición del oficio científico. Por otro lado, “se aprecia un consenso más o menos universal respecto de que los artículos publicados en las revistas científicas (de mayor impacto) representan la expresión más elevada de la ciencia, o cuando menos la más concreta, y principalmente las editadas en inglés” (ibíd.).
Retos para la publicación en revistas científicas en inglés
Desde luego, publicar en una revisa arbitrada en inglés no es cosa sencilla. Cada journal tiene sus reglas para presentar manuscritos de acuerdo a las prácticas académicas del país donde se encuentre, las cuales habrá que estudiar y comprender.
Una vez superado ese obstáculo, nos encontramos con otro más complicado: el idioma. Un investigador puede entender perfectamente un artículo sobre termodinámica en inglés, pero a la hora de exponer su investigación sobre el mismo tema puede enfrentarse con un reto que va más allá de sus capacidades lingüísticas; esto es porque la recepción y la producción son dos destrezas lingüísticas separadas que, si bien se complementan una a la otra, pueden presentar marcadas diferencias en su nivel de desarrollo. Haga clic aquí para descargar una tabla de autoevaluación que resume los niveles de habilidad para estas destrezas, aplicables a cualquier idioma, como los describe el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER).
Con frecuencia, un investigador puede emprender la tarea de traducir al inglés sus propios artículos, y es posible que tenga éxito, pero para conseguir un texto que no sea rechazado por el journal debido a problemas de redacción, y que además consiga mantener la calidad y fuerza necesarios para mantener el interés del lector y motivarlo a que lo cite en su propia investigación, nuestro científico-traductor deberá emplear una cantidad de tiempo considerable que bien podría emplear en sus actividades de investigación. Estoy de acuerdo en que traducir puede resultar placentero e interesante, por eso soy traductor, pero en este artículo mi intención es recomendar a la comunidad científica que para emplear mejor su tiempo solicite un servicio de traducción científica profesional como el que ofrecemos nosotros.
Ahora bien: “Uno de los problemas más frecuentes y difíciles de solventar es que algunos de los alumnos que llegan a cursar posgrados tienen deficiencias en lectoescritura” (Gomez y Cols, 2014). Al igual que con el tema del párrafo anterior, creo que señalar las flaquezas escriturales de los investigadores puede herir algunas susceptibilidades, algo que me parece un tanto fuera de lugar: si un investigador profesional me señalara la falta de rigor científico de este artículo y el reducido número de referencias que utilizo no me sentiría herido en absoluto. Un investigador no tiene por qué ser también un escritor profesional. De acuerdo con Pierre Bordieu (Citado en Gómez y Cols., 2014), la transmisión de los resultados de una investigación:
“…es un trabajo diferente y especializado; al lado del trabajo de investigación sería necesario tener un equipo que trabajara en otra lógica para hacer conocer los logros, una actividad completamente especial que no incumbe necesariamente a aquellos que los han producido. No se trata de un rechazo altivo a la vulgarización. Es realmente otro trabajo: los que hacen la investigación no siempre tienen el tiempo de escribirla, y por otro lado, no siempre poseen las competencias para hacerlo”. (Las cursivas son mías).
A diferencia de Gómez y Cols., no considero que sea demasiado difícil (o costoso) solventar este problema, pues existen muchos servicios de corrección de estilo en inglés y en español especializados en textos científicos como el que le ofrecemos en este sitio web.
Una parte fundamental de la actividad del investigador es compartir los resultados de su trabajo con la comunidad científica; poco se puede ya insistir en la importancia que tiene esta actividad para impulsar su carrera. Bajo el supuesto de que constituye la meta final de la actividad académica, la publicación representa un elemento crucial para determinar el estatus y la productividad de un investigador ante las autoridades académicas y sus pares, y también para determinar quién recibe financiamiento para desarrollar su línea de investigación. De acuerdo con Gómez y Cols., “el que sabe publica, y el que duda, mejor lo platica” (2014).
De los diferentes espacios para difundir el conocimiento entre la comunidad científica, las revistas arbitradas destacan como el medio de comunicación por excelencia, el sitio donde los investigadores negocian entre sí los significados en términos de quién sabe más y quién tiene más autoridad; es una actividad que determina la adquisición del oficio científico. Por otro lado, “se aprecia un consenso más o menos universal respecto de que los artículos publicados en las revistas científicas (de mayor impacto) representan la expresión más elevada de la ciencia, o cuando menos la más concreta, y principalmente las editadas en inglés” (ibíd.).
Retos para la publicación en revistas científicas en inglés
Desde luego, publicar en una revisa arbitrada en inglés no es cosa sencilla. Cada journal tiene sus reglas para presentar manuscritos de acuerdo a las prácticas académicas del país donde se encuentre, las cuales habrá que estudiar y comprender.
Una vez superado ese obstáculo, nos encontramos con otro más complicado: el idioma. Un investigador puede entender perfectamente un artículo sobre termodinámica en inglés, pero a la hora de exponer su investigación sobre el mismo tema puede enfrentarse con un reto que va más allá de sus capacidades lingüísticas; esto es porque la recepción y la producción son dos destrezas lingüísticas separadas que, si bien se complementan una a la otra, pueden presentar marcadas diferencias en su nivel de desarrollo. Haga clic aquí para descargar una tabla de autoevaluación que resume los niveles de habilidad para estas destrezas, aplicables a cualquier idioma, como los describe el Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCER).
Con frecuencia, un investigador puede emprender la tarea de traducir al inglés sus propios artículos, y es posible que tenga éxito, pero para conseguir un texto que no sea rechazado por el journal debido a problemas de redacción, y que además consiga mantener la calidad y fuerza necesarios para mantener el interés del lector y motivarlo a que lo cite en su propia investigación, nuestro científico-traductor deberá emplear una cantidad de tiempo considerable que bien podría emplear en sus actividades de investigación. Estoy de acuerdo en que traducir puede resultar placentero e interesante, por eso soy traductor, pero en este artículo mi intención es recomendar a la comunidad científica que para emplear mejor su tiempo solicite un servicio de traducción científica profesional como el que ofrecemos nosotros.
Ahora bien: “Uno de los problemas más frecuentes y difíciles de solventar es que algunos de los alumnos que llegan a cursar posgrados tienen deficiencias en lectoescritura” (Gomez y Cols, 2014). Al igual que con el tema del párrafo anterior, creo que señalar las flaquezas escriturales de los investigadores puede herir algunas susceptibilidades, algo que me parece un tanto fuera de lugar: si un investigador profesional me señalara la falta de rigor científico de este artículo y el reducido número de referencias que utilizo no me sentiría herido en absoluto. Un investigador no tiene por qué ser también un escritor profesional. De acuerdo con Pierre Bordieu (Citado en Gómez y Cols., 2014), la transmisión de los resultados de una investigación:
“…es un trabajo diferente y especializado; al lado del trabajo de investigación sería necesario tener un equipo que trabajara en otra lógica para hacer conocer los logros, una actividad completamente especial que no incumbe necesariamente a aquellos que los han producido. No se trata de un rechazo altivo a la vulgarización. Es realmente otro trabajo: los que hacen la investigación no siempre tienen el tiempo de escribirla, y por otro lado, no siempre poseen las competencias para hacerlo”. (Las cursivas son mías).
A diferencia de Gómez y Cols., no considero que sea demasiado difícil (o costoso) solventar este problema, pues existen muchos servicios de corrección de estilo en inglés y en español especializados en textos científicos como el que le ofrecemos en este sitio web.
Palabras finales
Desde luego que los diferentes modelos de incentivos para el trabajo científico en México tienen grandes vicios que perjudican la labor docente, disminuyen el tiempo dedicado a la divulgación e impactan negativamente en la calidad de los productos científicos, y es que los ingresos por pertenecer a un sistema o centro de investigación representan más de la mitad de lo que gana un investigador profesional (Poy, 2010). Para permanecer dentro de estas instituciones y mejorar la categoría es necesario publicar, de ahí que en ocasiones un mismo tema se recicle, camufle o maquille para presentarlo en diferentes ámbitos y ganar puntos, se presente el mismo trabajo con un nombre distinto en cada nuevo congreso, etc.
Pero esto no necesariamente tiene que ser así: publicar en revistas arbitradas en inglés otorga más puntos y es un indicador más confiable del verdadero valor de una investigación, de modo que si buscamos ese estándar, el resultado es que podemos validar nuestro trabajo ante la comunidad científica internacional a la vez que impulsamos nuestro desarrollo económico dentro de los cauces institucionales. Imaginemos el resultado de la publicación de un artículo en revistas como Science, Cell o Nature y pongámoslo como meta para dentro de X cantidad de años. ¿Por qué no? Después de todo, todos los que han publicado en esas revistas comenzaron su carrera sabiendo menos de lo que sabe usted ahora. Además de los colegas más experimentados, por lo regular dispuestos a ayudar, existen muchas guías de orientación que contemplan muchos aspectos del proceso, desde la selección del medio donde hemos de publicar hasta la manera de presentar la información, los aspectos formales como la lista de referencias y cómo sobrevivir al proceso de revisión por pares (haga clic aquí para ver un buen ejemplo).
Existen muchos medios, arbitrados y no arbitrados, dispuestos a publicar trabajos de investigación. Aventarse a publicar en revistas arbitradas en inglés es una tarea que puede resultar abrumadora, pero me viene a la mente el consejo que la Dra. Eleanor Arroway (Jodie Foster, “Contacto”) recibe de su padre: “Small steps, Ellie, small steps…”.
Desde luego que los diferentes modelos de incentivos para el trabajo científico en México tienen grandes vicios que perjudican la labor docente, disminuyen el tiempo dedicado a la divulgación e impactan negativamente en la calidad de los productos científicos, y es que los ingresos por pertenecer a un sistema o centro de investigación representan más de la mitad de lo que gana un investigador profesional (Poy, 2010). Para permanecer dentro de estas instituciones y mejorar la categoría es necesario publicar, de ahí que en ocasiones un mismo tema se recicle, camufle o maquille para presentarlo en diferentes ámbitos y ganar puntos, se presente el mismo trabajo con un nombre distinto en cada nuevo congreso, etc.
Pero esto no necesariamente tiene que ser así: publicar en revistas arbitradas en inglés otorga más puntos y es un indicador más confiable del verdadero valor de una investigación, de modo que si buscamos ese estándar, el resultado es que podemos validar nuestro trabajo ante la comunidad científica internacional a la vez que impulsamos nuestro desarrollo económico dentro de los cauces institucionales. Imaginemos el resultado de la publicación de un artículo en revistas como Science, Cell o Nature y pongámoslo como meta para dentro de X cantidad de años. ¿Por qué no? Después de todo, todos los que han publicado en esas revistas comenzaron su carrera sabiendo menos de lo que sabe usted ahora. Además de los colegas más experimentados, por lo regular dispuestos a ayudar, existen muchas guías de orientación que contemplan muchos aspectos del proceso, desde la selección del medio donde hemos de publicar hasta la manera de presentar la información, los aspectos formales como la lista de referencias y cómo sobrevivir al proceso de revisión por pares (haga clic aquí para ver un buen ejemplo).
Existen muchos medios, arbitrados y no arbitrados, dispuestos a publicar trabajos de investigación. Aventarse a publicar en revistas arbitradas en inglés es una tarea que puede resultar abrumadora, pero me viene a la mente el consejo que la Dra. Eleanor Arroway (Jodie Foster, “Contacto”) recibe de su padre: “Small steps, Ellie, small steps…”.
Referencias:
Gómez, Antonio; Jiménez, Sara y Moreles, Jaime (2014). “Publicar en revistas científicas, recomendaciones de investigadores de ciencias sociales y humanidades”. Revista mexicana de investigación educativa. Vol. 19, No. 60. Ene/Mar.
Poy, Laura (2010). “El sistema de investigadores genera vicios; se descuida la docencia”. La Jornada. Junio 4, 2010.
Torres-Salinas, Daniel y Cabezas-Clavijo, Álvaro. (2013). “Cómo publicar en revistas científicas de impacto: consejos y reglas sobre publicación científica”. EC3 Working Papers, Nº 13.
Gómez, Antonio; Jiménez, Sara y Moreles, Jaime (2014). “Publicar en revistas científicas, recomendaciones de investigadores de ciencias sociales y humanidades”. Revista mexicana de investigación educativa. Vol. 19, No. 60. Ene/Mar.
Poy, Laura (2010). “El sistema de investigadores genera vicios; se descuida la docencia”. La Jornada. Junio 4, 2010.
Torres-Salinas, Daniel y Cabezas-Clavijo, Álvaro. (2013). “Cómo publicar en revistas científicas de impacto: consejos y reglas sobre publicación científica”. EC3 Working Papers, Nº 13.